- Un chairo es un joven con aspiraciones de luchador social, tan ferviente en sus posturas de izquierda (“izquierda” como término sombrilla) que hace dudar si su ideología es razonada o es puramente emocional. Es un término usado en la derecha para denostar a los de izquierda.
En la eterna lucha dicotómica de posturas políticas, encontramos en su vertiente juvenil mexicana un término que intenta demeritar al de la izquierda: chairo. La palabra chairo viene, probablemente, de chaira, que en el caló de la Ciudad de México significa masturbación, y chairo vendría siendo lo mismo que chaqueto o chaquetero: una persona particularmente onanista. Tal vez en la mentalidad de la derecha (en su percibida clase media, siempre aspiracional) eso es lo que hace un izquierdoso: obtiene placer autoproducido de sus actividades inútiles, como quejarse de la autoridad y de sus abusos.
¿Pero a qué se refieren con chairo actualmente? El chairo ya es en el imaginario popular una caricatura: no tiene particular interés por el aseo personal, usa vestimenta reivindicatoria de las comunidades indígenas (huipiles, morrales, huaraches…), usa términos como “madre tierra”, llama a todos “compañero” y tiene un enamoramiento idílico con lo popular. Como hippies región 4, pero aguerridos, y con una característica positiva muy importante: tienen un agudo y pasional sentido de justicia.
Justo el motor de un chairo es su instinto de justicia: siente que la “lucha social” está en sus manos. Siente que no es para menos: vivimos en un país con 60% de pobres a pesar de la riqueza natural, hemos sido víctimas innumerables veces de poderosas ambiciones autoritarias y estamos en un estado carcomido hasta las entrañas por la corrupción. Luchar por su tierra y su gente no solo es su querer, sino su deber.
¿Es malo ser tan apasionado? Probablemente sí: es imposible razonar con un chairo, que como cualquier ser humano, puede equivocarse, o incluso llegar a la paranoia o a la contradicción (como la imposición de los paros). En casos extremos puede llegar a acciones violentas como la destrucción o el robo.
Ningún chairo se llama a sí mismo chairo. Los chairos insultan diciendo “derechairo”. “Chairo” siempre se espeta con dolo y encono, por lo menos hasta ahora. Tal vez con el tiempo los chairos se apoderen del calificativo para empoderarse, y entonces yo podré reconocer que soy un chairo también.
Enlaces
Debe estar conectado para enviar un comentario.